
Las aguas subierón.
Yo jugaba al diluvio universal con mis botas nuevas mientras los demás turistas se enfadaban por tan minimo inconveniente, que en tan solo unas horas bajaría y todo habría terminado.
Chapoteaba.
Vi pasar a una niña de unos... tres años, también con sus botas, que no le servían de nada, le llegaba el agua más arriba de sus rodillas. Nos miramos y chapoteamos. Su abuelo la tuvo que coger en brazos.
Pobre se perdió la diversión.
Chapotee.
Y vi gaviotas posadas en la plaza de San Marcos y gente caminando por pasarelas, al estilo modelo.
La plaza era para solo para aquellos privilegiados con botas, nativos y gaviotas.
Seguí chapoteando hasta llegar a otra plaza, cerca del Rialto, no había nadie, eso creí.
Un pez saco su cabeza del agua, me miró extrañado y me dijo:
- ¿Qué haces aquí?
qué chulooo!
ResponderEliminarqué pescadito tan majo!